Cuando recuerdo la primera vez que escuché hablar de Bitcoin (BTC), como me era habitual, forcé mi mente buscando alguna idea negativa al respecto, como queriendo evitarme una mala experiencia haciendo eco de la idea de que "de esto tan bueno no dan tanto".
Y es que para poder aceptar todas las maravillas de los BTCs, debía comenzar a romper todos los paradigmas que habían en mi mente respecto a la manera tradicional en que hacía inversiones.
Paradigma 1. ¿Iba a invertir cantidades de dinero y no recibiría nada físico a cambio?
Si, esto era precisamente lo que sucedería. Consignaría en una cuenta bancaria, a un extraño, una cantidad real de dinero y lo único que recibiría a cambio era un número en una plataforma que correspondería a los BTCs que había comprado. Sin embargo no los podría contar, para asegurarme que me los dieron completos; ni podría verificar sí eran verdaderos o falsos, ya que me los había vendido alguien a quien yo no conocía. Debía CONFIAR y esto no era fácil para mi.
Paradigma 2. Debo recibir una unidad del objeto que compre o la totalidad del servicio contratado, no una parte.
Si, el valor del BTC cuando comencé a comprarlo era de COP$ 10.500.000 y mi inversión no superaría inicialmente el millón de pesos. Entonces, aunque fuera un "objeto virtual" ni siquiera podría comprar una unidad. Sólo poseería una parte de un BTC, pero aún así lo podría guardar esperando que se valorizara; lo podría intercambiar por tarjetas de regalo, para comprar juegos y otros usos que francamente no me interesaban; o podría venderlo en el momento que mejor me conviniera.
Paradigma 3. No hay cambios de divisas que generen una utilidad superior al 5% en una única transacción.
Si, una única transacción de compra/venta de Bitcoins genera una utilidad superior al 5%. Esto era lo que más me costaba creer. Debía probar. Saber cuánto tiempo me demoraría en concluir esta transacción y lo más importante cómo lo haría de manera tal que resultara lo más económico posible siempre dentro de los límites de la legalidad.
Paradigma 4. Para vender en el exterior debo gastar en tiquetes aéreos, alojamiento, etc. para llevar y entregar el producto.
Esto ya no sería necesario. En la plataforma podría seleccionar el vendedor de BTCs en Colombia que me ofreciera el mejor precio y podría revisar en línea el valor de venta en casi todos los países del mundo en tiempo real, de tal manera que antes de comprar ya podría decidir sí era o no conveniente hacerlo en ese momento o sí esperaba a que bajara el precio en Colombia y/o subiera en el país en el cual quisiera realizar la venta.
Paradigma 5. Traer el dinero de la venta de los Bitcoins en el exterior a Colombia no es fácil.
Esto fue lo que más me asombró porque la verdad no sabía que ya el mundo estaba tan preparado para la incursión de una moneda global como lo es el BTC. Sencillamente debía solicitar a mi comprador que realizara el pago en su propia moneda en mi Paypal o Payoneer y vincular mi cuenta a una cuenta empresarial de Davivienda o de Nequi (Bancolombia) y listo, el dinero volvería a mi cuenta a más tardar una semana después de realizar la transacción.
!El mundo ha cambiado!
Una vez tuve la posibilidad de realizar una y otra vez, compra y venta de BTCs me convencí de que sí era cierto que el mundo había cambiado y que había llegado la hora de aceptar que ya los bancos no eran los únicos que iban a aprovechar la diferencia de las divisas en los distintos países del mundo. Una pequeña parte de estas ganancias pueden ser nuestras; inclusive a través de los BTCs podemos obtener un poco más de dinero haciendo transacciones por las que antes debíamos pagar.
En poco tiempo veremos como los pagos que se deban realizar en monedas extranjeras ya no se harán por medio de giros o transferencias bancarias en el exterior sino mediante la venta de BTCs en los países a donde necesitamos que lleguen estos recursos.
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